Hace ya una semana que nos encontramos en Cèsis, que vivimos este proceso de convivencia intercultural, de socialización y si, de choque cultural. Sumergidos en un mar de imágenes, ruidos, olores, sabores y personas hasta ahora desconocidas. Una nueva vida.
Nunca sabes a qué tipo de desafío te estas enfrentando, pero algo es casi seguro: las experiencias, mochilas que cargamos, intenciones y expectativas, comienzan a convivir con las creencias, constumbres, lenguas, arte, música, comida, estructura social, formas de sentir, de reaccionar, de vivir...y esto, no puede dejarte indiferente. Aquí comienza una eventual metamorfosis de identidad.
No hace más de 6 años,experimentaba algo parecido, estudiaba en Padua(Italia), y allí tuve un profesor de antropología del que aprendí, me acuerdo perfectamente de aquel momento, que los antropólogos llegaron a fechar los comienzos de la sociedad humana gracias al descubrimiento de un esqueleto fósil, el esqueleto de una criatura humanoide inválida, con una pierna rota; pero se había roto la pierna siendo niño, y había muerto a la edad de treinta años. La conclusión era simple: allí había existido forzosamente una sociedad humana, porque esto no habría podido darse en un rebaño, donde una pierna rota termina con la vida del inválido, ya que no puede sustentarse por sí mismo.
Hoy recurro a este pasaje, porque en estos días de silencio y escucha,obligados y no muy frecuentes en mi, aflora de nuevo y con más fuerza ese sentimiento; la sociedad humana es distinta de un rebaño de animales porque alguien puede sostenerte. Gracias:)
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